¿Dormir mucho engorda o adelgaza?

Dormir mucho engorda

¿Dormir engorda o adelgaza? Hay muchas leyendas y mitos acerca de la relación existente entre las horas de sueño y la ganancia o pérdida de peso. Es común haber oído frecuentemente que dormir engorda, porque se relaciona con llevar una vida sedentaria, alejada de la realización de actividad física. 

Además, esas historias aseguran que cuantas más horas se duerma menos calorías se queman y la grasa se acumula más fácilmente.

Entonces… ¿Dormir mucho engorda o adelgaza?

En sentido estrictamente científico, no se puede asegurar que el hecho de dormir engorde. Lo cierto es que cuando nos levantamos pesamos menos, porque durante la noche estamos quemando más calorías. 

Desde ese punto de vista, dormir bien puede ser más importante para bajar peso que la propia alimentación. 

La realidad es que el problema está en dormir mal y en este sentido, dormir demasiado resulta tan perjudicial como dormir muy poco.

Esta cuestión es muy importante, ya que mientras se duerme el cuerpo realiza la lipolisis, proceso catabólico que permite la disminución de depósitos de grasa, así como el aumento de captación de proteínas. 

Mantiene la masa y fuerza muscular y facilita la generación de nutrientes como la prolactina, la neliptina y la melatonina.

La incidencia del sueño en el metabolismo

Dormir poco engorda

El sueño tiene una importancia vital para el ser humano y así lo demuestran las importantes funciones que se activan en nuestro organismo durante ese periodo que solemos establecer en horario nocturno. 

Son procesos metabólicos e inmunológicos que resultan imprescindibles para mantenernos sanos y tienen la virtud de fortalecer nuestra memoria y capacidad de aprendizaje. 

Dormir de forma adecuada nos ayuda a recargar las energías y recuperarnos de la fatiga acumulada durante toda la jornada.

Las horas necesarias de sueño varían según la edad y también hay una serie de factores que lo condicionan. Se estima que un adulto normal requiere en promedio unas 8 horas de sueño profundo. 

Se conoce como hipersomnio el trastorno que provoca que una persona duerma más tiempo que el verdaderamente necesita para recuperarse de la fatiga diaria. 

En realidad, ese sueño prolongado que dura más de 8 horas suele ser un sueño ligero, no alcanza un estado profundo y constante de sueño.

Mientras dormimos seguimos quemando calorías, ya que se segrega la hormona del crecimiento, manteniendo activo el metabolismo. Pero, la clave está en dormir lo justo, no sobrepasando esas horas por exceso, ni quedándonos cortos por defecto. 

Superar esta barrera puede afectar a la función vital que tiene de por sí el sueño y convertirse en un riesgo importante para la salud. De hecho, dormir demasiado puede ser tan perjudicial como dormir pocas horas.

Dormir demasiado engorda y genera otros muchos problemas de salud

Dormir mucho

En principio, el exceso de sueño puede ser un indicador de mala salud. Cuando se pasan muchas horas en la cama e incluso así permanece el cansancio, algo no funciona bien en el organismo. 

Pero, además, según defiende la Organización Mundial de la Salud, el simple hecho de dormir más de la cuenta ya puede ser causa de algunas enfermedades, una especie de efectos secundarios negativos, tanto en un aspecto físico como psicológico.

Desde el punto de vista del peso corporal, se puede decir que, efectivamente, dormir más de la cuenta puede hacer engordar de una forma indeseada. 

Es el origen de diversas alteraciones metabólicas, pues implica hacer menos actividad física y también nos impulsa a comer de manera más desordenada, fuera de los horarios correspondientes. 

Por eso, es común que las personas que duermen demasiado presenten problemas de peso, entre ellos la obesidad. Cuanto más dormimos, menos energía tenemos y más nos cuesta movernos.

Además, el organismo no puede hacer un buen uso de la energía que se obtiene de los alimentos mientras se duerme de forma excesiva. Cuanto más tiempo se duerma, menos energía se necesita y si se cena muy tarde, aún empeora más. 

Si el organismo no tiene la oportunidad de quemar las calorías, tiende a almacenarla como grasa. Por eso, dormir mucho engorda en lugar de adelgazar como algunas personas creen. 

Por si fuera poco, dormir mucho repercute en una digestión más lenta que proporciona una sensación de falta de energía y de tener más necesidad de comer alimentos dulces.

Pero, los problemas aún se agudizan más, porque superar las horas recomendadas de sueño eleva la tasa de mortalidad, incide en un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o desarrollar una diabetes y es causa de frecuentes dolores de cabeza y de espalda. 

Igualmente, envejece el cerebro a mayor velocidad, mermando la concentración y la memoria e incide de forma decisiva en el estado de ánimo, hasta llegar a alteraciones tan importantes como la depresión.

Dormir poco no es la solución para no engordar, sino todo lo contrario

Dormir poco

No obstante, el extremo contrario de dormir menos de lo conveniente, quizás más frecuente en nuestra sociedad moderna, cuenta también con una decisiva incidencia en el peso corporal. 

Los expertos han llegado a la firme conclusión de que dormir poco y mal tiene su importante contribución a la acumulación de un exceso de grasa corporal. Hay bastantes estudios que relacionan la falta de sueño con el sobrepeso y la obesidad

En principio, dadas las creencias mencionadas anteriormente, esta cuestión nos puede resultar paradójica, ya que podemos llegar a pensar que durmiendo menos horas se va a incrementar el gasto energético total y así, perder peso.

Pero, el resultado es todo lo contrario. La falta de sueño nos puede llevar a engordar por tres factores:

1. Se altera el equilibrio hormonal 

Es el caso de la leptina, que disminuye el apetito y la grelina, que lo aumenta. Se estima que la primera disminuye cerca de un 15%, mismo porcentaje que aumenta en la segunda. 

Con ese desequilibrio de las señales que modulan el hambre/saciedad, se activa el sistema de recompensa y aumenta la sensación de hambre. 

Nos hacemos más receptivos al placer y buscamos alimentos que nos proporcionan sensación de saciedad, ricos en hidratos de carbono y grasas. 

Hay otra hormona que también se ve afectada por la privación de sueño, el cortisol, la denominada “hormona del estrés”. Se segrega en mayor cantidad y la propia ansiedad que genera puede desembocar en las ganas de comer, lo que redunda en el consiguiente aumento de peso.

2. Dormir poco desincentiva la actividad física

El cansancio que provoca un descanso escaso hace que tengamos menos ganas de hacer alguna actividad física, lo que sí conseguiría que consumiéramos más energía.

3. Aumenta la apetencia por alimentos dulces

Al dormir poco, suele haber mayor apetencia de alimentos particularmente dulces, lo que aumenta la ingesta calórica.  Se ha observado que la privación de sueño influye en la actividad en algunas regiones cerebrales decisivas a la hora de elegir los alimentos que vamos a comer. 

Esto provoca que se elijan los que contienen más kilocalorías, ricos en azúcares y grasas, que favorecen engordar. También se ha observado que al dormir poco se altera la glucosa en sangre y aumenta la apetencia por este tipo de alimentos.

Si tienes problemas para conciliar el sueño este artículo te puede ser de utilidad: Consejos para dormir rápido

La buena calidad del sueño y la duración adecuada ayudan a adelgazar

En resumen, más que una cuestión de dormir mucho o poco, el factor decisivo que promueve la obesidad es la mala calidad de sueño. 

Dormir bien, durante las horas recomendadas para cada persona, es muy importante, ya que el sueño reparador actúa como un regulador de procesos endocrinos y metabólicos y es el momento en el que el genera los nutrientes adecuados para regular el sistema inmune y hormonal.

Además de llevar una dieta sana y equilibrada y practicar ejercicio físico, el sueño es un pilar importante de la salud. 

Se estima que, a diario, el organismo consume un 10% del total de la energía al digerir, absorber y almacenar alimentos, entre un 10 y 30% en la actividad física y hasta un 70% en funciones como respirar, pensar o dormir. 

De hecho, dormir no engorda, sino que adelgaza, siempre que se haga de la forma adecuada. No en vano se ha descubierto que durmiendo las horas adecuadas se llegan a reducir las posibilidades de padecer obesidad en nada menos que un 36%.

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